miércoles, mayo 17, 2006

Artículo de Fernando Ónega en La Voz de Galicia

LA VOZ DE GALICIA, 17/05/2006.

FERNANDO ÓNEGA |
La auténtica España que se rompe

¿EN QUÉ coño estamos pensando? Disculpen ustedes el taco y lo abrupto de la pregunta, pero me sale del alma. En este país (España), parece que todos los problemas consisten en averiguar si Maragall será sustituido por Montilla; si Zapatero se entiende de tapadillo con Mas; si los socialistas negocian bajo cuerda con Batasuna, y cuántas dosis de juego sucio existen en la acusación a Zaplana de cobrar comisiones. Son temas serios, no digo que no; pero estas bagatelas de minorías sólo sirven para ocultar al debate público otros sucesos, costumbres y comportamientos sociales bastante más dañinos y escandalosos.

El de hoy es alarmante: los adolescentes españoles (entre 14 y 18 años de edad) cada día consumen más cocaína. En diez años se ha multiplicado por cuatro él número de jóvenes que consumen esa droga. Unos 170.000 lo hicieron en los últimos doce meses. Más del siete por ciento consumen cocaína. Son datos que ofreció la ministra de Sanidad, Elena Salgado. Tanto el porcentaje como el número absoluto son espantosos. Y eso ocurre ante nuestros ojos, mientras asistimos embelesados a otras alegres y morbosas evoluciones del entorno. Hablando de los jóvenes, nos dejamos apasionar por el botellón, quizá por su forma multitudinaria de practicarlo. No tenemos ni idea de qué ocurre al otro lado del alcohol.

Y lo que ocurre es: 1) Que hemos visto el tráfico de drogas a las puertas de los colegios, y hemos preferido mirar para otro lado, pensando, quizá, que era un problema de otros o algo que había que encomendar a la policía; los traficantes han ganado. 2) Que se ha hecho una exaltación de la cocaína como símbolo de placer y triunfo social; se ha llegado a presentar a ídolos del espectáculo, consumidores de esa droga, como ejemplos de ese éxito, y los más indefensos han caído en esa red. Y 3) Según los estudios de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), se ha producido un cambio sustancial en las actitudes juveniles: se ha dejado de considerar al consumidor de droga como un marginado. Hoy, el marginado del grupo el precisamente el que se abstiene del consumo.

Eso es lo que ocurre, si se me permite el retrato esquemático. Al lado de esas evidencias, es clamoroso el fracaso de las campañas contra la droga. Ni el mensaje publicitario, ni el reportaje que retrata el drama, ni el aviso de problemas médicos deja la menor huella. Al revés: quizá haya que plantearse si surten el efecto contrario al buscado. El resultado es que se está formando una generación que no se perderá por los avisos de que «España se rompe» ni otros discursos de actualidad. Se perderá en el mundo de la droga; en ese territorio de la ensoñación y de la pasajera, falsa y asesina expectativa de placer.