viernes, noviembre 02, 2007

El retorno prometido

Después de tantos meses inactivo, vuelvo a escribir en el blog. No obstante, procuraré repartir mis energías entre éste y uno nuevo que hemos creado entre los amigos de dos Colegios Mayores en Granada. Reconozco mi culpa en la dejadez por seguir publicando. He pasado momentos de desánimo, pero también de euforia y periodos de cierta actividad.

Para empezar, me fui a investigar a Madrid en cuanto terminé el último examen en julio y aproveché para quedar con varios amigos. Después, a finales de ese mes, partí para Carmona, con objeto de asistir a un curso de Historia Contemporánea organizado por la Universidad Pablo de Olavide.

En agosto, inesperadamente, me concedieron una beca para la Escuela de iniciación a la investigación y a la docencia universitaria "Blas Cabrera", de la Menéndez Pelayo. Así que, de golpe y porrazo, me vi de nuevo haciendo la maleta para ir a Santander. La experiencia fue sensacional. En lo formativo, nos pusieron al día en cuanto a becas, consejos, salidas de la carrera investigadora y profesional, etc. En cambio, me quedaría sobre todo con las vivencias humanas. Resultó muy enriquecedor conocer a gente de distintas regiones y universidades españolas, con carreras diferentes. Ello me convenció de la necesidad de que la persona salga fuera de su tierra y conozca otras realidades (me arrepentí un montón de no haberme ido de ERASMUS ni de SÉNECA y mi autocomplacencia durante esos 5 días que estuvimos se vino abajo). Pero por otro lado, también me reafirmó en mi interés por cursar el doctorado y realizar estancias en el extranjero. En el viaje de vuelta desde Santander, escuché una canción de Miranda Warning que me encantó: Los restos del naufragio.

Llegó finales de agosto, principios de septiembre y me preparé los dos últimos exámenes de la carrera. Me vino muy bien estudiar con los amigos en la biblioteca municipal de Jaén y el recuerdo de la Escuela de Santander, que me animaba a seguir. El 6 de septiembre me presenté a los exámenes, superándolos con éxito. Recordaré con cariño ese día (por la mañana, Lengua y literatura gallegas en Filosofía y Letras y, por la tarde, Portugués nivel 3 en Traducción e Interpretación). Sobre todo porque rememoré cuando hice el primer examen de mi carrera (Prehistoria I), una asignatura que no me apasionaba, en una facultad como Filosofía y Letras, fea estéticamente pero preciosa por los valores que representa. Y termino con una materia, Portugués, que me encanta, en el aula de un Palacio del siglo XVII, como es Traducción e Interpretación.

Tras los exámenes, me marché con mis padres y mi hermana de vacaciones a la Alpujarra. Pude quedar con mi amigo Rafa en Motril y descansar un poco.

A finales de septiembre, acudí a un Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea en Zaragoza. En ese marco presenté mi primer trabajo de investigación. Aunque la estancia fue corta, disfruté de lo poco que vi de la ciudad. También, supuso un complemento de la experiencia de Santander, pero aplicada a mi especialidad.

Desde hace un mes, estoy en Granada, estrenando un nuevo ciclo (el doctorado) y probando la vida de colegial adscrito que vive en piso. Poco a poco, me voy adaptando, pese a que se hace raro no tener horarios. Procuro implicarme en la vida del Colegio y asistir a congresos y cursos. Y, sin embargo, se nota que deseo cuanto antes ponerme manos a la obra con el borrador del proyecto de tesis. ¿Llegaré a terminarla? El tiempo lo dirá...